Don Carlos Olmos Avila, alias ‘Matusalén’

LV14 sobre Mitre, hoy San Nicolás de Bari. Foto de La Rioja Antigua. Colección Santacrocce
Maestro. Periodista. Fue director provincial de turismo y subsecretario de prensa y difusión durante la primera gobernación de Carlos Menem. Peronista. Entre 1957 y 1975 vivió en Estados Unidos. Lo entrevisté en 1997. Cuando lo conocí, junto a don Américo Torralba, ellos escribían columnas semanales en El Independiente. Olmos Avila firmaba como Matusalén y Torralba como el Geronte Gruñón.


OA: Yo fui testigo de la fundación de la primera emisora que hubo acá: LV 14. Se inauguró allá por el 42, creo, aquí en la calle Buenos Aires, entre Rivadavia y la que antes era Mitre y ahora se llama San Nicolás de Bari, al lado de una casa que, según dice la gente, ahí nació Isabel Perón. Al lado o en el mismo edificio estaba la radio.

P: ¿Cuándo egresó Ud. de la secundaria?

OA: En el 40. Maestrito del 40...

P: ¿De la Normal?

OA: Sí, maestro del 40.

P: ¿Cómo era la vida, la actividad de los jóvenes y de la ciudad en esa época?

OA: Y… hacíamos una intensa vida social y también inquietudes literarias, había ateneos. Los changos, casi la mayoría de los del grupo que yo conozco, de los que nos recibimos en aquella época, formábamos parte, estábamos muy arrimados a la iglesia, grupos de la Acción Católica, es la época de (Américo) Torralba...

P: ¿Me está hablando del obispado de Ferreyra Reynafé?

OA: De Ferreyra Reynafé, del padre Bustos, de los curitas queridos;  la época de Arturo (Ortiz Sosa), del Pipi Bazán, de los Anzalaz, ahí dábamos vueltas en la iglesia. Y teníamos un concepto muy claro sobre el apostolado que ahora ya no existe (se ríe).

P: Dentro de la estructura de la sociedad riojana de la época ¿Ud. dónde se ubica?

OA: Y bueno, nosotros integrábamos la clase media, digamos así. Había bien marcadas diferencias. Había la clase, digamos, alta, aristocrática, tradicional, conservadora, que tenía su radio de acción o su lugar de reunión en el Club Social ¿no? El Club Social... pero en la actividad escolar, la actividad comercial, la actividad deportiva, todos estábamos juntos. Pero era curioso porque los días domingo, por ejemplo, ahí al frente del Club Social, donde actualmente es el veredón que hay entre Pelagio B. Luna hasta el plaza Hotel ¿no? ese veredón era curioso porque ahí se reunía toda la clase media de La Rioja, que tenía como diversión ir a dar una vuelta del perro, ahí a la plaza, las chicas, ahí nos mirábamos, nos piropeábamos ¿no? De ahí salieron un montón de novios. Y había el otro grupo, sentados, como están ahora, sentados en las mesitas mirando para la plaza y sacando el cuero (se ríe), por supuesto. Y la actividad nuestra, de la changada, era los días domingos: terminaba el fútbol y nos íbamos allí, nos poníamos de punta en blanco, lo mejor, nos engominábamos, íbamos con el mejor trajecito a la plaza. Y lo mismo las chicas  ¿no? Y las dos diversiones: el cine, el cine Monumental, de donde salíamos del familiar, y nos íbamos al paseo de moda...

P: ¿Qué era el familiar?

OA: El familiar... porque el cine eran tres sesiones: matiné, familiar y noche. El matiné era para los chicos generalmente, empezaba a las 2 de la tarde; ya al familiar íbamos con nuestras noviecitas, con nuestras amiguitas; y a la noche los mayores que se llevaban a las hijas o a los hijos, también. La salida del cine coincidía con el paseo de moda, las bandas...

P: Alrededor de la plaza ¿dónde estaba situada la actividad comercial?

O: La actividad comercial, mirá... más o menos te describo: desde la esquina de Pelagio B. Luna y Joaquín V. González, es decir lo que es ahora Telecom, hasta San Ignacio, había una confitería famosa, que era la Ópera, tenía mesas en el veredón, ahí en la plaza, y ahí nos juntábamos la clase media, nos juntábamos ahí, a tomar nuestros refrescos ¿no? Y ese era el atractivo más grande, que era la Confitería La Ópera, y había unos negocios, mueblerías, hasta la farmacia Moreira, la famosa farmacia Moreira que es donde está el San Ignacio; desde allí y hacia la iglesia, hacia la casa de gobierno sobre la 25 de mayo, se destacaban dos edificios: uno que era el viejo plaza Hotel, el Hotel de don Virgilio Moreno, ese era el gran hotel de dos pisos...

P: ¿Dónde estaba?

OA: Estaba en todo ese predio que va de esa tienda que está en la esquina que no sé cómo se llama, desde ahí, pero no en la esquina, ahí había una frutería creo, después seguía, ya cuando entrás a la galería Sussex, bueno, desde ahí era el Plaza Hotel, todo ese predio era el Hotel Plaza, que era lindo porque era el punto... era el Club Social nuestro...

P: ¿Era también como ahora el hotel más caro, el mejor ubicado?

OA: No, no tanto. Pero sí era el club donde nosotros íbamos a bailar, porque el centro de ese... donde es ahora la galería, la estructura, la fachada eran dos grandes ventanales y luego el primer piso ¿no? y había un patio embaldosado hasta el fondo ¿hasta donde ahora termina más o menos la galería? allí se hacían los bailes, las reuniones sociales, hasta ahí llegaban los famosos, para La Rioja, a… por alguna razón, por ejemplo cuando vino la famosa aviadora esa a la Rioja, Myriam Stefford ¿no? que todo el mundo íbamos nosotros a verla, una bellísima muchacha; cuando vino Libertad Lamarque; cuando vino la embajada artística de LV 14, allí se alojaron ¿no?

P: Ahora bien, cuando venían estos personajes ¿eran compartidos por todos los sectores de la población, eran accesibles?

OA: Eran compartidos,. pero siempre había una especie de diferencia entre la gente del Club Social y nosotros ¿no?

P: A ver ¿en qué se notaba, por ejemplo?

OA: Hasta en cierto modo había cierta rivalidad, pero no era agresión ni nada de eso. Una fina rivalidad. Te cuento: un grupo de muchachos, Bayud Davil, Ricardo Viñas, Nico Tacconi, que fue secretario de la Municipalidad de aquella época, la época ésta que te estoy hablando del gobierno de Fernández Valdéz, por el 40 ¿no? Don Rafael Torres fue uno de los intendentes más progresistas. Fue el que hizo el mercado Progreso, que es ahora el SUM. Don Rafael Torres era un hombre al que le gustaban todas estas innovaciones. Ahora, el grupo que estaba ahí, que dirigía o acaudillaba Nico Tacconi, Bayul, un día nos reunimos y decidimos hacer un club adonde bailar, porque no teníamos. Al Club  Social nosotros no podíamos ir, no,no,no, porque para ir al Club Social tenías que ser presentado por un miembro del Club Social y el filtro era muy estricto, muy severo.

P: Eso, por ahí si lo conoce, es parecido al Jockey de Córdoba...

OA: Parecido, sí, sí, sí. Tenías que tener tu buen pasar y tu familia... no digo de abolengo pero si, no, la gente tradicional, los apellidos tradicionales de acá: los Castellanos, los Carreño, los Fernández Valdez, toda esa gente... Entonces con los muchachos decidimos hacer un club adónde reunirnos, un club literario, bailable, de todo y entramos en contacto con una sociedad muy bien organizada que tenía en esa época: la Sociedad Italiana. Don Luciano Testori era presidente, toda la gente de la Italia aquella que llegó después de la primera guerra mundial. En ese trabajo lindo que se hizo armamos el famoso club que se llamó Centro Social Juventud Italo Argentina.

P: De ahí viene la Italo...

OA: La famosa Italo. Era allá en la esquina, frente al Automóvil Club. Después creo que se llamó Club Amistad. Hay una pista, hicimos pista, todo... Mirá, íbamos a trabajar todos los días, muchachos y chicas, porque había chicas que tenían un entusiasmo... ¡Ellas nos entusiasmaban más a nosotros! Los Crovara, los Tacconi, toda esa gente, los Maccia, y ahí andábamos todos, pico y pala, haciendo la pista y una cancha de tenis, lo que está, la pileta de natación, los baños, entonces empezamos ahí a hacer temporadas, que era fantástico. Cuando vino la embajada de LV14 ¿no? había muchachos que trabajaban en el gobierno, en la función pública, y que eran nuestros, del Centro Social de la Juventud Italo Argentina, y ahí vimos la posibilidad de llevar toda la embajada para allá  y entramos en una pelea con el Club Social, que también los quería llevar. Bueno, y ahí se logró que nosotros lleváramos a toda la embajada.

P: ¿Y quiénes venían en la embajada?

OA: La embajada venía presidida nada menos que por Francisco Canaro; Amanda Ledesma; los cantores Adrián y Roldán, uno que era un chiquito que tenía prácticamente pantalones cortos; Mariano Mores, era el pianista. Bueno eso... ¡era una locura! ¡estaba lleno!. Logramos eso y después hicieron un espectáculo popular frente a la casa de gobierno, creo. Vino don Jaime Yankelevich. El primer director de la radio fue don Pedrito Alem.

P: Yankelevich porque venía de radio Belgrano, la época de las cadenas...

OA: Venía de radio Belgrano. Y las cadenas, exactamente, y creo que ese fue un paso muy grande que dio La Rioja, porque entonces ya se empezó... empezamos todos a escuchar radio ¿no? Ahora, la radio en aquella época eran las famosas ondas cortas y las ondas largas y las cadenas, entraban en cadena Radio El Mundo, Belgrano, Splendid, estaban las cadenas del interior. A nosotros nos tocó Belgrano.

P: ¿Y lo más popular era el tango para bailar? ¿O qué bailaban?

OA: Y bailábamos tango y jazz...

P: ¿Jazz?

OA: Y, el jazz... teníamos locura por el jazz ¿no? Yo tengo algunas colecciones de jazz todavía. ¿Te gusta? Después te hago escuchar...

P: ¿Cuándo se va de la Rioja?

OA: Y después ya, casi diez años después, en el 57 me voy. Claro, yo estoy ligado prácticamente, entré en la política...

P: ¿Cómo es la irrupción del peronismo y las clases populares en la ciudad?. Hablamos ya de la clase alta y la media ¿y los sectores más bajos? ¿dónde estaban? ¿qué hacían? ¿y qué pasa con el peronismo?

OA: Claro, que es el primero que recoge el peronismo, nuclea, porque Perón entra en contacto con... organiza las fuerzas de trabajo ¿no? los obreros, de manera que había un porcentaje de gente que trabajaba en esa actividad, los ferroviarios, gente de la construcción, panaderías, domésticas, y entraron a organizarse...

P: ¿Había mucho desempleo en esa época, mucha miseria, después de la década infame?

OA: Sí, había desempleo, pero no era algo trágico o tan agudo como ahora. La gente se acostumbraba, era más responsable en cuanto a la forma de organizar su propio presupuesto. Claro que todavía la sociedad de consumo... no teníamos absolutamente nada de eso. A nosotros nos puede un artículo de lujo, podría ser una radio. ¡Un automóvil era  inalcanzable! Cultivábamos esa buena costumbre del trajecito ¿no? Para el varón el trajecito, cuello, corbata, bien planchadito, zapatos bien lustrados, nos peinábamos a la gomina,  cuidábamos esos detalles que ahora vos ves un chico con un jean y es la muerte ¿no?

P: ¿Había diferencias, se discriminaba - en el sentido de distinguir - a la gente por el tipo de ropa que llevaba?

OA: No, porque fijate vos que la clase media era tan exigente como la otra clase, aquella que te digo que estaba frente a la vereda de Joaquín V,. González. Era igual. Igual se vestían. Ahora, ellos no hacían... o nosotros no hacíamos lo que ellos hacían, por ejemplo las fiestas patrias: el Club Social, la gente tenía reuniones muy de lujo, digamos. Las chicas de aquella época iban de largo, la fiesta del 25 de mayo... Y yo creo que todavía hay algunos vestigios de eso ¿sabés? Algunos muchachos, no sé...

P: ¿Como si se consideraran los padres fundadores, no?

OA: Sí, sí, como los padres fundadores. Pero la distinción era muy sutilmente, no se ofendía, no había ofensa ¿sabés? de decir “no” Se daban algunos casos así, muy raras veces...

P: ¿Se mezclaban? Por ejemplo ¿uno de Uds. podía ponerse de novio con una chica del Social?

OA: Sí, éramos muy amigos, nosotros hacíamos, por ejemplo  nosotros hacíamos ¿antes de hacer la Italo? los famosos té danzantes en las casas de algunas de las chicas o de los muchachos, que eran muchachos del Club pero iban a nuestras reuniones a bailar ¿no? Con Arturo, por ejemplo. Arturo pertenecía por su familia al club ¿no? pero Arturo era más de nosotros ¿no? lo mismo que el Pipi Bazán, Chacho Castellanos, por ejemplo un muchacho que era de la barra perteneciendo a la familia troncal de los Castellanos. Por un lado era eso y por otro lado, algo que me llamaba o que me llama la atención, es la actividad social que desarrollábamos. Hacíamos  teatro. Yo considero, tal vez me equivoque, para mí el teatro, la historia del teatro de La Rioja no arranca con Víctor María Cáceres, con el grupo que hicimos después, del Centro Riojano de Cultura Escénica, que lo hicimos con Víctor, con el Ñato Castellanos, con Arturito, con un grupo de chicas de nuestra sociedad... había chicas mezcladas, había una Nieto Vargas, que es del Club, y había una Otilia Gayoti, que es hija de un hotelero, y así... Esa actividad de teatro para mí tiene su punto de origen en el Colegio Nacional. El Colegio Nacional nos ofrecía todos los años el 21 de setiembre una obra de teatro encabezada por muchachos que estaban ahí. Estaba Víctor, estaba Parada Larrosa, estaba el Ñato Castellanos y nos ofrecían obras y comedias graciosas, y se llenaba el cine, se llenaba el cine.

P: ¿Dónde se representaban?

OA: En el Monumental. Ahí era todo. Así que los orígenes del teatro para mí, quien empujó para que tengamos buen gusto por el teatro fue la gente, los chicos, los muchachos del Colegio Nacional.

P: Y mientras tanto los sectores más pobres ¿en qué se divertían? ¿venían  a la ciudad?

OA: Se divertían en el fútbol, en el deporte. Había fútbol local, mucha actividad en el fútbol, partidos interprovinciales. Aquí, en esta calle, el parque Sarmiento era la cancha oficial, ahí se jugaban los partidos de fútbol. Arturito vivía al frente, pero ya no estaba la cancha cuando la familia de él se vino a vivir acá. Otra cosa que hacían era un poco de atletismo. Las chicas jugaban básquetbol ¡y era un problema! ( risas) que no las dejaban jugar porque se les veían las piernas y toda la changada iba a verles las piernas a las chicas. Y sobre todo básquetbol y fútbol eran los dos deportes fuertes de La Rioja.

P: ¿Iban al cine?

OA: Sí, sí, iban al cine. Iban al cine, generalmente al matiné. A la noche no, era otro tipo de gente a la noche.

P: ¿Y después de ver el cine, se juntaban en la Ópera?

OA: Nosotros después de ver el cine íbamos a la Ópera o al paseo de moda, o la otra gente al Club Social. Ahí nos separábamos y estábamos en la Ópera o en el Club Social.

P: Volvamos a la irrupción del peronismo ¿qué cambia?

OA: Bueno, la actividad empezó allá por el 46, 45, cuando ya apareció la radio con este líder hablando y escuchándolo nosotros, desde acá, aparece su campaña política. Viene a La Rioja. Recién hace poco tiempo descubrí que Perón estuvo dos veces en La Rioja. Yo siempre pensé que había venido una sola vez, cuando estuvo en campaña y llegó con el tren y habló acá desde el Edificio Nazareno, primer piso, segundo piso, y desde allí se dirigió a la multitud que estaba en la plaza. Pero él había venido antes, siendo capitán, vino a organizar a los reservistas y hay una fotografía donde él está desfilando con los reservistas. Bueno,  entonces empezó a arrastrar multitudes, sobre todo la gente de trabajo que entró en un fanatismo tremendo hasta que, ya avanzado el 46, 47, cuando ya es gobierno el peronismo ¿no? nosotros empezamos a actuar dentro del periodismo. Yo aprendí periodismo en el gobierno de Meliz, del Ing. Meliz. El Ing. Meliz trajo un hombre para acá, muy resistido por algunos pero muy querido por otros, por ejemplo yo lo quería porque él a mí me enseñó periodismo, un gran periodista sanjuanino, Tito Marinero, él me enseñó...

P: Pero qué pasaba antes ¿no había diarios?

OA: Más que diarios eran periódicos. Se luchaba mucho. Don Angel María Vargas ha sido un pionero de esto con su Rioja, el diario de La Rioja, y después Gaudio Leone, esposo de una profesora muy conocida en el Colegio Nacional, la Sra. Tuca, se casa con él, con Gaudio Leone, viuda y tenía dos hijos que han sido famosos: Polo Torres, el famoso Polo Torres, y Lucho,  uno radical y el otro peronista. Esos otros militaban, comienzan a trabajar, pero yo, al menos personalmente, no estaba así adherido al partido como otros compañeros, otros amigos, que hacían campañas políticas y todo eso...

P: ¿Los dirigentes del peronismo salen de la Italo?

OA: Sí, sí. Porque  hay una diferencia muy grande: el Club Social era completamente antiperonista y hasta se llegó no digo de violencia, pero sí hubo roces bastante duros. Por ejemplo don Pedro Saberes, que tenía un taller a continuación del Hotel Plaza viejo, para allá para el lado donde es Llavel ahora, él tenía un taller mecánico ahí y una gasolinera y él era uno de los líderes del peronismo. Y siempre hubo picas o pujas con la gente del Club Social. Cuando gana el peronismo hubo una especie de invasión al Club Social. No el día que ganó, pero en esos días. Me acuerdo que entró… ¿te acordás de esa famosa frase de (Ernesto) Sanmartino que decía “este aluvión zoológico”? que entró ahí al congreso la gente con alpargatas, todas esas cosas (risas) En el Club Social hubo una cena de los peronistas, entraron todos los peronistas, todos los viejos esos que no sabían agarrar un cuchillo y un tenedor... bueno, esos entraban. Pusieron unas mesas largas, así, y con papel blanco como mantel comían asados y qué se yo, y veías las cortinas, el piano del club ¡daba ganas de llorar! Yo me imagino que esa gente que ha vivido ese clima, ese ambiente, debe haber sufrido muchísimo. Aquella noche, fue una noche, en la que don Pedro Saberes decidió hacer al Club Social peronista (se ríe). Ahí estábamos todos.

P: ¿Y la clase alta se recluye?

OA: Sí, se recluye prudentemente. No combate porque justamente era abrumadora mayoría.

P: ¿Y esos periódicos qué circulación tenían, qué influencia tenían?

OA: Los dos diarios antes del que hizo Marinero eran diarios, eran periódicos que eran muy leídos porque era la única forma de recibir noticias de Buenos Aires, vos sabés que eso... no sé si era por telégrafo que mandaban las informaciones. El Zonda, que era de Gaudio Leone, y La Rioja, el diario La Rioja, de Angel María Vargas. Pero cuando ya vino el otro estilo, ya más moderno, con la Imprenta del Estado y todas esas cosas, ya se armó un diario combativo. Y nosotros entramos a la sección deportes. Yo hacía deportes en la radio y me llevaron al diario. Se interesaron y me llevaron. Y yo digo “y yo no sé hacer...” Entonces este hombre, buenísimo conmigo, dijo “yo te voy a enseñar”. Así que ahí hice una especie de escuela de periodismo deportivo. Mientras tanto con el peronismo hay más militancia, más actividades deportivas, los campeonatos Evita, las olimpíadas, se seguía todo eso a través de la radio y de los famosos noticieros argentinos que estaban en el  cine antes de la película de fondo.

P: Sucesos Argentinos

OA: Claro, Sucesos Argentinos. Y todo eso seguíamos nosotros. Bueno, hasta que llega ya la crisis del peronismo, 1955, y la violenta represión aparejada con la persecución ideológica  y a todos aquellos que trabajaban, yo mismo, nos echaron de los puestos. Yo trabajaba en la casa de gobierno, en el Tribunal de Cuentas, era profesor de la escuela fábrica, una escuela fábrica  que hizo Perón para enseñar cerámica a los chicos... una frustración que todavía me duele, porque es una aberración lo que han hecho. Po el solo hecho de que fue hecha por Perón y llevó el nombre de Eva Perón. Y lo mismo pasó con el famoso hogar escuela, que ya es cualquier cosa menos lo que querían hacer. Y bueno, a mí se me cerraron todos los caminos. Y yo tenía un contacto con una amiga en EE.UU. A esta chica yo la conocí en el teatro. Esta chica se fue a EE.UU. y trabajaba allá, con una familia americana, era ama de llaves, y ella sabía lo que estaba pasando acá y me escribe y me dice ‘¿por qué no te vienes a trabajar acá?’ Y le digo, bueno, lindo es pero... aquí se me cierran los caminos. Y no fue muy difícil entrar en contacto con ella y con la empresa que me contrató. Era una empresa que en EE.UU. tenía su sede en Baltimore, en Maryland, una empresa que diseñaba y construía plantas de ácido sulfúrico en toda Latinoamérica, y entonces tenían un departamento de español y a mí me necesitaban, una para redactar correspondencia y todo, los contactos... Y ahí el contrato decía....

P: ¿Cuándo se fue, en el 55?

OA: en el 57. En el 55 fue (el golpe). Estuve dos años, aguanté, pero ya vi que esto estaba muy mal y me fui para allá. Una aventura bastante brava  ¿no? sobre todo con mi mujer. Nosotros no teníamos hijos, eso facilitó un poco. Pero el cambio violento de costumbres, de cultura, todo eso nos shockeó bastante ¿no? Yo me adapté, yo me adapté. Felisa, no. Ella... todos los días que yo volvía de la oficina ella estaba llorando, así que...

P: ¿Y cuando vuelve? ¿qué año era?

OA: Ya vuelvo en el 75, cuando ya estaba Menem.

P: ¿Qué le provoca lo que ve al regresar?

OA: Yo me desligué creo de una época muy dramática en la Argentina que vos debés conocerla porque la has estudiado, porque ni has nacido todavía. Es la época del 60 al 70. Esa yo no la viví acá. Pero sí la viví allá y allá también ha sido uno de los períodos más excitantes y dramáticos. Estuvo la muerte de los Kennedy, la llegada del hombre a la luna... Nosotros fuimos marcados para siempre ¿no?  Y bueno, como vos me preguntabas, fue extraña la vuelta mía ¿Por qué? porque Menem, que era amigo, muy amigo de Picho Vargas, él era muy amigo mío, él quería que yo vuelva. Y le dijo a Menem. Menem se entusiasmó y vio la oportunidad, la posibilidad de ponerme en algo que yo conocía porque yo trabajé en EE.UU. tres años en esta planta de diseño y construcción de plantas elaboradoras de ácido sulfúrico, que tenían contactos con Méjico, Brasil, Chile. Estaba ligada con la famosa multinacional  Butoni y Monsanto. En todo eso, en los años que yo iba avanzando, yo iba incrementando mi inglés, lógicamente. Y después vi la posibilidad, alguien me entusiasmó, dejé Maryland y vaya a la Florida porque en Miami la actividad latina era un boom y que en ese cambio posiblemente mi señora se iba a sentir mucho más feliz porque hablaba el idioma, el contacto con latino, cubanos, era distinto. Allá en Maryland era como encontrar una aguja en un pajar alguien que hable español. Y entonces bajamos al sur, a Miami, y allí entré a trabajar en uno de los más grandes hoteles que había en la plaza, en Miami Beach. Tuve suerte porque yo ya llevaba el inglés y los dueños, los jefes, empezaban a recibir las oleadas de cubanos que se les escapaban a Fidel ¿no? Entonces yo viví todo el drama de los cubanos exiliados... para escribir un libro con lo que yo viví, conversé, conozco familias cubanas, qué se yo, el drama de ellos, sus goces, sus tristezas, los problemas, la falta de adaptación... Es bravo meterse, salir así violentamente de un país al otro. Es bastante bravo. Bueno, nosotros, como ya teníamos experiencia, los consolábamos a los cubanos amigos, amigos de toda la vida, que todavía nos hablamos por teléfono con ellos. Y volviendo a lo nuestro, a través de este muchacho Vargas recibo una invitación de Menem para ir a trabajar en su equipo. Y quería que yo sea Director de Turismo. Entonces vine directamente, me designaron como Director de Turismo. Pero los cambios de ambiente, de costumbres, de pensamiento eran muy distintos a los que yo había dejado. Yo  estaba muy desencajado en este ambiente. Por ejemplo seguían esos roces políticos que yo no los entendía, esos celos ¿no? Recuerdo que yo tenía que consultar con quién hablar como director de turismo, qué le puede gustar o no al gobernador. Ya Carlos tenía sus amigos y sus enemigos. Ya había roces con su mujer. Yo tenía mucha afinidad con Zulema. Ella me estimaba mucho y yo la quería mucho. De manera que había que cuidarse de no meter la pata en muchas cosas. Había ya cierta maldad, tanto de grupos, así. Yo creo que de esa época ya empezó el internismo. Tanto es así que yo no me sentía feliz. Un día decidí volverme. En EE.UU. me guardaron el puesto durante un año porque me dijo el manager, el dueño del hotel, cuando fue a despedirme al aeropuerto: “Ojalá que te vaya mal”. Por eso yo decía “me va mal, me vuelvo”. Pero bueno, aguanté...

P: Claro, era venir como de otro mundo. ¿Recuerda cómo se vivían aquí los 70?

OA: Mirá, uno de los dramas que tiene mucha gente que pasa allá en los EE.UU. una época: por ejemplo yo venía y quería hablar de algunas ventajas que yo veía que aquí todavía no había, no evolucionaban, entonces lo primero que te decían era “y... ya te han hecho yanqui, ya te han lavado el cerebro”; “ya te has vuelto yanki” y qué se yo. Y yo me reía porque son casos graciosos. Una vez yo vine de visita acá y una pariente me lleva al partido justicialista como viejo peronista. Y el PJ estaba organizado y lo presidía Menem ya, ahí en la Pelagio B. Luna, y Menem me presenta. En esa época Menem era nacionalista a muerte y odiaba a los yanquis. Vos te matás de risa ahora que lo tenés abrazado con Clinton allá (risas) Y me dice “a los compañeros - dice - voy a tener esta noche el gusto de presentarle a un hombre peronista que ha vivido o que vive en las garras del imperialismo yanqui” (se ríe). ¡Me cayó tan mal eso! Y me acordaba de una frase de Martí. José Martí también, yo le aprendí la historia de Martí en la Florida, en Miami, también le reprocharon algo parecido y también contestó “sí, yo he vivido, conozco al monstruo porque he vivido en sus entrañas” y eso mismo lo dije yo acá (risas). Se reían. Es decir, vos no podías hablar mucho acá de los progresos de allá porque decían “¡ah...!” con asco. Acordate que  en aquella época era un antiimperialista a muerte...

P: ¿Era mucho más grande la Rioja cuando Ud. vuelve?

OA: Sí, encuentro más actividad. Por ejemplo una de las cosas con que yo choqué... no choqué pero no cayó bien: cuando vi que había un edificio y un cine moderno frente de la plaza, el famoso Sussex,  Yo no sabía quién era don Tomás Alvarez Saavedra, pero sí sabía que era un hombre progresista que había hecho algo que no lo había hecho nadie en La Rioja. Teníamos un cine hermoso, con aire acondicionado y todo, y eso no caía bien. Un día no sé quién me reprochó y yo alabé el progresismo de este hombre. Pero ¡sabés el diario! me decía ¡estás equivocado! Y en realidad nosotros, yo fui, como te diré, estaba desencajado, desubicado. Después tengo, en esa misma época, la oportunidad de conocer a monseñor Angelelli, que era distinto, entonces entré a ubicarme de cómo viene la mano.

P: ¿Qué le pareció?

OA: ¡Oh! A mí me impactó, me impactó. Yo no lo conocía. Me lo presentó Torralba. Ahí en la plaza. En el veredón de la plaza, en el Paseo de Moda. Un día me dice “vení, te voy a presentar...” Pero nos hicimos muy amigos. Yo lo quería mucho. Pero no tuve oportunidad mucha de profundizar esa amistad porque no hubo tiempo, no hubo tiempo.

P: ¿Y Ud. veía que se mantenían esas diferencias de clases, ese preguntar por las familias, qué pasaba?

OA: Es cierto, eran cuidadosos de eso. Y se intercambiaban pullas ahí entre la gente que estaba sentada en el Club Social y la otra que vino. Dice “mirá ahí ese gringo que ha venido con una mano atrás y otra delante y mirá está podrido en plata”, pero él está tomando un cafecito sin hacer nada, entonces el otro... viene ese intercambio cuando ya el apellido necesita comer. Entonces el apellido tiene que ceder ante la riqueza, ante el dinero. Por eso vos ves el caso típico de familias de apellido casadas con judíos, por ejemplo. Es lo mismo que sucede en la sociedad argentina, vos vistes la historia de la sociedad argentina, los grandes apellidos que vendieron sus apellidos ¿para qué? No es reprochable, por lo menos yo no lo veo así, pero toda esa metamorfosis...

P: ¿Y Ud. encontró de nuevo a toda esa gente del Social sentada en las mesitas?

OA: Las encontré sentadas en las mesitas, como las veo todos los días. Me voy a morir y van a seguir ellos allí.

P: Y los que eran de la Italo ¿qué cosas hacían ahora?

OA: Los que eran de la Italo… nosotros nos dedicábamos mucho al deporte, a la actividad social, a los ateneos, al teatro, de ahí surgió el famoso teatro de Víctor.

P: ¿Pero después, cuando Ud. vuelve?

OA: Cuando yo vuelvo ya vuelvo directamente a la función pública. El Dr. Menem me premió, digamos así, con mi actividad en turismo. Organizamos el campeonato argentino de básquetbol; organizamos el famoso congreso del federalismo argentino, donde reunimos a todo el pensamiento revisionista del país estuvo acá ¿no? Hay como 50 historiadores  que estuvieron acá, que me acuerdo que fue cuando Don Menem empezó a hacerse conocer como futuro presidente.

P: Desde entonces él trata de encarnar la continuidad de los caudillos ¿no?

OA: Claro, él encarnó la continuidad de los caudillos

P: ¿En qué medida ese mensaje pegó en la gente?

OA: Pegó y mucho. Tanto es así que yo no conocía a ese tipo de gente y por otras personas fui a contactarme personalmente a Buenos Aires. Menem me mandó y me dijo “no vuelvas hasta que comprometas que vengan”. Ahí lo conocí a Félix Luna, a Alberto De Paoli, a Alberto Contreras, a todos los nacionalistas,  que tuve que ir al Tortoni, ahí se reúnen todos (risas) y ahí les entregué una nota personal de Menem y han venido para acá. Han venido, y han hecho... Fermín Chavez, José María Rosa, toda aquella gente y nos fuimos a Olta, a inaugurar la ruta de los caudillos; a Tama, con el famoso de la banderita.

P: ¿Y la gente del interior empezó a venirse a la Capital durante el primer gobierno de Menem?

OA: Y sí, hubo buen crecimiento en la ciudad, el parque industrial y todas esas cosas, los primeros esbozos de una actividad...

P: Había cambiado la vida. ¿Ud. lo veía con más actividad o seguía como una aldea?

O: No, ya había… ¿Sabés por qué? porque los medios de comunicación son los que te van llevando a otro ritmo, la radio, después llega la TV, entonces ya empezamos a cambiar, nos empezamos a separar cuando vemos chombas con frases inglesas, jean, zapatillas, ya no era la gomina. Es decir, cambian las costumbres y eso que vos decís que es muy cierto porque lo primero que te preguntaban era de qué familia sos vos, de qué familia. Clase media (se ríe) Y luego yo paso a ser subsecretario de Prensa y Difusión. Yo no quería, porque a mí me gustaba el turismo, pero me sirvió para algo, para conocerlo más de cerca a Menem.

P: Menem, Angelelli y el parque industrial me están saltando como los factores que impulsan más el cambio en La Rioja ¿Menem sobre todo en la vuelta?


OA: Sí ,a la vuelta. 

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